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La belleza de la maternidad o El éxtasis de la inclusión

  • Foto del escritor: Majo
    Majo
  • 12 may 2024
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 23 may 2024



Yoga en la adolescencia

Comencé mi viaje hacia la meditación y el yoga a una edad temprana, practicando yoga en un estudio desde los 14 hasta los 17 años. Siempre he sido una persona curiosa, especialmente cuando se trata de cuestiones espirituales y los orígenes del yoga. Mi sed de conocimiento me llevó a buscar respuestas más allá de las posturas físicas, explorando el significado más profundo detrás de esta antigua disciplina.


Fue durante esta búsqueda que descubrí los videos de Sadhguru en YouTube. Recuerdo claramente la primera vez que vi uno de sus discursos; sentí cómo se me erizaba la piel y una resonancia profunda en mi interior. Consumí todo lo que pude encontrar sobre sus enseñanzas, absorbiendo cada palabra con avidez.


La práctica de Isha Kriya se convirtió en un pilar fundamental en mi vida desde el primer día. Experimenté una calma mental que nunca antes había sentido, y mi cuerpo se relajó profundamente. Después de años viviendo en modo de supervivencia, lidiando con el estrés de la carrera, las fiestas y el alcohol, finalmente encontré un amor tranquilo y paciente, tanto hacia mí misma como hacia los demás.


Decidí comprometerme por completo con el camino de Isha, ansiosa por profundizar mi práctica a través del programa Ingeniería Interior con Shambhavi. Justo cuando estaba a punto de comenzar la segunda ronda del programa en línea, mi abuela falleció de manera inesperada después de meses de sufrimiento. A pesar del dolor, encontré consuelo en mi práctica, siguiendo el programa al pie de la letra.

La muerte de mi abuela fue un momento de profunda transformación para mí. En lugar de sucumbir al dolor y la tristeza, respondí desde un lugar de puro amor y compasión. Recordarla ahora solo trae lágrimas de amor, sin rastro de dolor. Quedé impresionada por los cambios que experimenté en mí misma; antes, hubiera reaccionado con ira y frustración.


A través de la meditación y las enseñanzas de Isha, he aprendido a encontrar la paz en medio de la adversidad, a abrazar la vida con aceptación y gratitud. Mi viaje como meditadora continúa, guiada por la luz de la sabiduría interior que he descubierto en este camino.


El poder del voluntariado

Mi viaje hacia la meditación y el yoga ha sido una odisea llena de descubrimientos y transformaciones, cada paso ha sido una revelación.

Después de tener la oportunidad de participar en los programas de Surya Kriya y Bhuta Shuddhi en México, impartidos por un maestro certificado de Isha Hatha Yoga mi conexión con las enseñanzas de Sadhguru se fortaleció aún más. Sin embargo, fue mi experiencia como voluntaria en esos programas lo que me llevó a tener una experiencia completamente nueva de comprensión y amor incondicional.


Aunque el compromiso era intenso, despertándonos temprano para la práctica y luego trabajando arduamente para asegurarnos de que todo estuviera perfecto para los participantes del curso, cada momento estaba impregnado de un profundo sentido de propósito y satisfacción. Me sentía como una niña plena, jugando.

Justo cuando estaba a punto de embarcarme en una nueva etapa de mi viaje, en el proceso de aplicar para convertirme en maestra de Isha Hatha Yoga en el ashram de la India, recibí la noticia de que estaba embarazada. Fue una sorpresa maravillosa que transformó por completo mis prioridades y enfoques.


Durante mi embarazo, continué con mi práctica espiritual y participando en programas como Ananda Alai y el curso de Ingeniería Interior con Shambhavi Mahamudra. Estas prácticas no solo beneficiaron mi bienestar físico y emocional, sino que también tuvieron un impacto notable en mi bebé, cuya presencia ya irradiaba una profunda alegría y serenidad desde el momento de su nacimiento.



Maternidad es Inclusión, inclusión es amor

Cuando mi bebé llegó al mundo, mi mente se llenó de las historias que las madres de mi vida compartían sobre ese momento mágico, cuando sostienes a tu hijo por primera vez y sientes una oleada de emoción indescriptible. Me preguntaba qué sentiría exactamente en ese instante. Pero cuando tuve a mi bebé entre mis brazos, miré su rostro y lo abracé piel con piel, experimenté una dicha que ya conocía, una sensación de plenitud que parecía detener el tiempo mismo. Era como si el universo entero se hubiera reducido a ese momento de conexión pura y amor incondicional.

Este mismo éxtasis lo he encontrado en mis prácticas de meditación con Sadhguru. Reconocer esa misma sensación en ambos contextos me inundó de lágrimas de pura felicidad, porque entendí que ese estado de gozo profundo no es exclusivo de la maternidad, sino que es una experiencia universal que trasciende todas las formas de amor y conexión.


Convertirme en madre ha sido una experiencia trascendental, una experiencia que ha profundizado mi comprensión del amor incondicional y la naturaleza efímera de todas las cosas. Aunque los desafíos de la maternidad son muchos y a menudo agotadores, el yoga y las enseñanzas de Sadhguru me brindan un refugio de paz y serenidad en medio del caos.

Ahora, con mi bebé en brazos y mi corazón lleno de gratitud, sé que mi viaje como madre y practicante de yoga está intrínsecamente entrelazado.


Mi deseo de convertirme en maestra de Isha Hatha Yoga en Latinoamérica sigue ardiendo con una pasión renovada, y sé que cuando llegue el momento adecuado, podré compartir estas valiosas herramientas con otros buscadores espirituales, inspirando a más personas a encontrar la paz y la plenitud en sus vidas.



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