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Transformándome en lo que quiero ser

Mi nombre es Alan Tort Souza, soy de la Ciudad de México y actualmente tengo 24 años.


A los 16 años, era un joven tímido y reservado; me costaba mucho conectar con la gente y tenía muchas inseguridades. La verdad, nunca se metieron conmigo, yo respetaba y también me respetaban. Sin embargo, me incomodaba hablar con gente que no conocía bien y, en mi interior sabía que, si quería tener una vida significativa, tenía que empoderarme de alguna manera.


Empecé a leer muchos libros e información sobre desarrollo personal y aplicaba lo que aprendía. Mi vida tenía puntos altos y bajos; estaba creciendo, pero a un ritmo bastante lento. Procrastinaba mucho; sabía que podía hacerlo mejor, pero no lo hacía.


Este desarrollo personal me fue llevando poco a poco hacia una dirección más espiritual. Leí libros sobre el tema y veía información en YouTube. En algún momento, vi por primera vez a Sadhguru en un video, y desde el primer instante, me encantó todo lo que compartía. Comencé a ver sus videos muy frecuentemente, todos los días. Me enteré de la existencia de Sadhanapada y sentí en mi interior que en algún momento de mi vida tomaría ese programa de 7 meses. No sabía cuándo, pero sabía que estaría allí.


En 2019, durante un Diwali (una festividad de la cultura india), Sadhguru ofreció gratuitamente el curso de Ingeniería Interior en línea (solo las sesiones, sin la iniciación a Shambhavi). Tuve la fortuna de enterarme e inscribirme. Fue una gran inspiración y un gran avance en mi camino. También empecé a practicar Upa Yoga y la meditación de Isha Kriya.


Tuve una experiencia profunda con Isha Kriya. La practicaba regularmente, y un día a los 3 minutos de empezar sentí como me separaba del cuerpo, como si estuviera sintiendo mi presencia detrás y arriba de mi cuerpo, no lo veía, solo lo sentia en mi experiencia, la mente estaba en completo enfoque diciendo no soy el cuerpo y no soy la mente mientras respiraba, y esa sensación se quedó hasta el final de la meditación, cuando abrí los ojos y mire a una pared blanca al frente, veía muchos colores y las paredes se movían como las olas del mar, sólo me quedé ahí sentado mirando por unos minutos y continúe con mi día.


Desde entonces quise aprender la práctica de Shambhavi Mahamudra, que en ese momento solo se transmitía en programas presenciales. En México no había programas, así que solo tenía que esperar a poder iniciarme en línea.



Pasó un tiempo y, con las situaciones de la vida, empecé a distraerme nuevamente con las tendencias de la sociedad. Mis propias limitaciones no me dejaban seguir creciendo a la velocidad que yo quería; a veces me sentía frustrado por no tener la disciplina que creía necesaria para seguir mejorando en todos los aspectos de mi vida.


Terminé la preparatoria o bachillerato y decidí no inscribirme en la universidad. En su lugar, conseguí un trabajo y me inscribí en una certificación de Yoga aquí en México a inicios de 2020. Estuve ese año estudiando y me certifiqué en octubre del mismo año. Seguía en contacto con las prácticas de Isha y los videos de Sadhguru, pero con menos constancia.


Entonces me enteré de que la iniciación a Shambhavi estaría disponible en línea a finales de 2021, y sabía que estar iniciado era un requisito para Sadhanapada. Así que me inscribí de nuevo a todo el programa, desde las sesiones hasta la iniciación. Tomé las primeras sesiones con mis padres y más tarde, en febrero de 2022, me inicié en Shambhavi por primera vez. Recuerdo que un mes antes de la iniciación, estuve investigando todos los días sobre los beneficios y las experiencias de otras personas con la práctica. Estaba realmente muy emocionado; sentía que una vez que me iniciara, mi vida estaría completa.


Disfrutaba cada práctica. Después de unas semanas, me di cuenta de que me sentía muy bien; había una sensación de bienestar constante que no se iba. La gente empezó a quererme más sin que yo hiciera nada (aparte de mi práctica). Las personas a mi alrededor eran más amorosas y todas mis relaciones se volvieron armoniosas. Yo también sentía más cariño hacia la gente a mi alrededor.


Exponerme a situaciones sociales que antes me hubieran incomodado ya no era un problema para mí. Dejé de tener miedo; vi que no era la gran cosa. Perdí el miedo a hacer el ridículo o a ser rechazado por la gente. Ya me sentía bien y no sentía la necesidad de encajar o hacer cosas para ser aceptado; sucedía naturalmente. Cuando estaba relajado, las cosas sucedían sin esfuerzo. En este contexto, aprendí a ver lo mejor en las personas. Naturalmente, las trataba como me gustaría que me trataran a mí. Seguía cometiendo errores —como todos—, pero aprendía de ellos y los corregía en interacciones posteriores.


Por fin había encontrado las herramientas necesarias para crecer de manera constante y a una buena velocidad.

Pienso que la mejor contribución que puedo hacer en este mundo es convertirme en un ser humano maravilloso. Todo lo que hago es para el beneficio propio y el beneficio de las personas que me rodean.


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