Diciembre en la Ciudad de México
- Jorge de México
- 24 dic 2023
- 2 Min. de lectura
Me dejé llevar por un torbellino de actividades, emociones y sensaciones el primer mes de haber regresado a casa.
La vida social es demasiado demandante. Llevarla junto con una vida familiar, laboral y de varias otras comunidades la vuelve explosiva, sobre todo con la cuestión de la hiperproductividad qua tanto nos ha profesado el sistema.
Pisar a fondo, frenar
Llegué a ese punto en le que, nuevamente, me comencé a sentir cansado y saturado con tantas cosas por hacer y resolver. Para colmo llegó diciembre, el mes en el que los mexicanos nos volvemos locos con tantas reuniones, actividades y comilonas casi cada día de la semana.

Todo esto comenzó a afectar un poco mi rutina de sadhana. Despedidas de amigos que se marchan a sus países, bodas y reuniones familiares que no quieres dejar de vivir... Entre los horarios y el cansancio que comienza a acumularse, me regresó ese viejo hábito de no querer levantarme de la cama y querer dormir 5 minutos más (que luego se convierten en 1 hora más…).
Lo hermoso
Algo hermoso en medio de todo esto es que se hace más fácil darse cuenta de qué es lo que te está afectando y puedes decidir si sigues por ese camino o si utilizas las herramientas que tienes y vas por otro.
En mi caso, opté por desacelerar la vida social y elegir con más cuidado a qué actividades quiero asistir o a cuáles les doy mi prioridad. Así, comencé a sentir esa tranquilidad y descanso que mi cuerpo y mente me estaban pidiendo.
Me desaceleré completamente. Otra vez comencé a hacer las actividades a su tiempo, sin esa prisa que marca la vida de las grandes ciudades.
Por ahora mi mayor reto sigue siendo el despertar. Hay veces en las que una buena fiesta se presenta y el desvelo marca mi inicio del día, lo cual retrasa mi sadhana o limita mis prácticas.
Lo mismo si un día de entrenamiento o salida a escalar en roca deja mi cuerpo con dolor muscular y requiero de más tiempo de sueño para descansarme.

Lo que sé, es que cada vez que hago mi sadhana desde la mañana mi día es mucho más tranquilo y tiene un ritmo diferente. Pero también me he dado cuenta de que si un día no hago ninguna práctica al despertar, aun así, mi día transcurre bien.
Agradezco la comida que llega a mí, el agua que me hidrata, el sol que me energiza y las demás sensaciones que se suscitan en la vida diaria que, antes de comenzar este camino, no figuraban, o no respondía a ellas como lo hago ahora.
Creo que sigo en esta transición de interconectar las actividades espirituales con las actividades de la vida diaria. También continúo asimilando todo lo que la experiencia del viaje me marcó, tanto consciente como inconscientemente.
Siempre habrá un nuevo reto que vendrá a cambiar algo, así es la «seva» de la vida. Hay que dar el 100% para disfrutarla al máximo, y hay que mantenerla equilibrada para poder direccionarla hacia donde queramos que nuestra experiencia de vida vaya.
Mientras escucho a Sadhguru en el Darshan de hoy, reflexiono sobre tu entrada. Tiene tanto sentido lo que dices y lo que él dice lo corrobora. No tenemos que repetir lo que no es beneficio para nosotros aunque sea lo ‘normal’ en nuestra sociedad. Podemos celebrar, festejar y ser sensibles a todos y todo a nuestro alrededor.